Asombrosa, divertida y enternecedora resulta la propuesta de Alex Marionettes, una compañía que siempre sabe innovar y cuya calidad artística es inagotable en recursos técnicos.
La capacidad de manipulación
del joven creador danés Alex Jorgensen -que desde 1986 viene
improvisando con la creación del títere, usando distintos materiales-, y
la inverosímil simbiosis entre manipulador y muñeco hacen que el
espectador pueda traspasar la frontera entre realidad y ficción. ¿No es
acaso Barti tan humano como Alex? Y es que Barti, el complejo títere,
¡está vivo! Su forma de moverse habla por sí mismo. De repente nos mira,
gesticula, muestra sus dientes, mueve sus dedos, y, su carácter, sus
emociones, sus cambios de humor se reflejan con tanta naturalidad en su
rostro de trapo que no puedes hacer otra cosa sino emocionarte. Sus ojos
siempre están buscando nuevas oportunidades con las que hacer sentir la
esencia de la vida, la alegría más genuina, la inocencia. Sus ojos
pueden contarlo todo a quien no deje de mirarle.
La historia está basada en el
mimo y la música. Barti ama el escenario; al principio es un clásico
pianista, pero pronto se transforma en una estrella del rock,
interpretando las piezas más conocidas; después muestra toda su pasión
en el flamenco con su guitarra española, canta baladas, se enamora de
una espectadora y comienza el romance: la invita a participar en escena y
le canta una canción de amor. Al final, se despide de la chica y
desaparece lentamente, de nuevo a dormir en su piano, en su hogar…
La vida brota de manera
desenfadada de las habilidosas manos de Alex y de su títere movido con
hilos, mientras el público asiste divertido al conmovedor prodigio.
Barti y su amigo Alex forman una pareja artística inseparable. El
resultado, sencillamente asombroso: media hora para no dejar de sonreír y
poder mirar, aunque sólo sea por un momento, a través de los ojos de la
inocencia.
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